ArtiCulitos
Mira que en esta profesión, la de documentalista, somos
mayoría mujeres, pero ni en este espacio “femenino“ nos libramos de
comportamientos machistas y que distan mucho de esa igualdad por la que
una gran mayoría trabajamos (menos mal). No he escuchado en los largos años de
esta profesión que una bibliotecaria se dedique a hacer fotos de culos,
pectorales o abdominales de lectores, compañeros o escritores (claro está, que
todos tenemos ojos y hormonas, pero la gran mayoría somos profesionales y
dejamos esas cuestiones para el tiempo de ocio).
Hace un mes apareció un artículo que se hacía eco de la denuncia en redes de una compañera que explicaba como Tomàs
Baiget, un conocido documentalista, tenía una web que coleccionaba “culitos de
compañeras”. Este señor en las jornadas profesionales hacía fotos de las nalgas
de sus compañeras sin su consentimiento para luego colgarlas en su web y
echarse unas risas con otros compañeros. Estos que antes reían (los cómplices)
seguro que ahora reniegan, no vaya a ser que… Y él, lejos de sonrojarse, decía
que era un homenaje a esa “simpática parte del cuerpo de la mujer”.
Este tipo de situaciones se repite en todos los casos de abusos sexuales de más o menos gravedad (mirad el actual caso de Rubiales o el caso de la periodista a la que un viandante le acosa)
Esto denota que hasta hace bien poco este tipo de conductas estaban normalizadas, pero que hemos avanzado en cuestiones de igualdad y ahora es reprobable por la sociedad en general.
Por otra parte, demuestra que las
mujeres nunca se han dado cuenta o atrevido a denunciar ciertas conductas, pero
hoy en día hay cada vez más mujeres que dan el paso.
En cuanto a las reacciones de
quien comete el delito, sigue existiendo una negación del mismo y una
ignorancia manifiesta a la gravedad del asunto. También existe un mismo modus
operandi en el que esas conductas se apoyan en la “manada”, en otros hombres
(en la mayoría de los casos) que aplauden en primera instancia e intentan
desvincularse en segunda.
Se demuestra una vez más que las mujeres seguimos viviendo con
ese peso de ser observadas y tratadas como objetos sexuales y seguimos
siendo violentadas, no solo cuando salimos solas por la noche, sino en
situaciones tan cotidianas como en trabajos y medios profesionales. Y eso que
las bibliotecarias somos todas intelectuales y, por lo tanto, gafotas,
gruñonas y recatadas (eso da también para otro debate, ¿por qué esa visión
profundamente negativa de las bibliotecarias y otras profesiones
mayoritariamente femeninas?) Esto no ocurre en caso contrario.
Está
claro que hay una conducta desigual entre los dos sexos y que la educación,
tanto familiar como social, ha influido en estos comportamientos.
Creo
que es necesario seguir dando una educación en igualdad y efectivo sexual y de
género desde primaria para favorecer la cultura de la prevención sobre la
violencia de género, visualizar el papel de la mujer y valorar su contribución en todas las áreas,
suprimir los roles y estereotipos sexistas, entre otras cuestiones.
También es necesario seguir dando a conocer y denunciar
situaciones como la que nos ocupa para que se tome cada vez más conciencia.
Aún hay que poner muchas gafas violetas.
Comentarios
Publicar un comentario